Uno de los dramas más sangrantes de estos tiempos es el desahucio de personas que no pueden hacer frente a sus compromisos hipotecarios o de alquiler. Supone la expulsión de una familia de su hogar, con el agravamiento de su situación personal, familiar y de su entorno.
Parto de la base de que la inmensa mayoría deja de pagar por imposibilidad manifiesta, derivada de condiciones externas: principalmente paro, o falta de recursos económicos.
Todo el que visita una sucursal bancaria puede comprobar que las vajillas y otros estímulos a la inversión han cedido terreno en favor de la promoción inmobiliaria. Parece que se entra en una oficina de Don Piso. Incluso han montado empresas de «Real Estate» para canalizar hacia el mercado sus ofertas; podríamos decir, sus «chollos»: Tú propones el precio, es el lema de una de ellas.
Y digo yo: ¿no sería más justo que, aunque el banco o la caja se hagan cargo de la vivienda, permitan seguir en ella al expropietario, abonando un «alquiler con opción a recompra», que le permita conservar su hogar hasta que vengan mejor dadas?
Se puede discutir si la situación puede ser permanente o de duración limitada, si se bonifica al banco en relación al perjuicio que soporta, … pero creo que es indudable el beneficio social que se generaría.
Respecto a los desahucios de inquilinos que no pueden pagar su alquiler, recientemente hemos leído todos el caso de una señora de 84 años, enferma de cáncer, y con un hijo de cincuentaitantos, disminuido físico. Claro, la vivienda era de renta antigua, el propietario perdía dinero, y la señora no pudo pagar. Con la ley en la mano, a la puta calle. Con el corazón en la otra, no hay derecho. Sobre todo porque hay ayudas públicas para alquilar viviendas. O no hay suficientes asistentes sociales, o no se dedican a todo lo que tendrían que hacer; y conste que no les echo la culpa a ellos, sino a quien tendría que velar para que casos como el descrito no ocurran, y que concurren mañana con promesas de instaurar Utopía a partir del lunes.
Señores políticos: les elegimos para que resuelvan nuestros problemas, no los suyos o los de sus amigos. Señores banqueros: háganse un favor, y busquen soluciones sociales a los problemas que han contribuido a crear. Mitiguen todos estos delitos de lesa humanidad que se están produciendo.