Ocho de marzo


Dice un periodista a quien respeto mucho, hoy, en el diario que dirige: «yo también soy machista». Otro, también referente, dedica su artículo de hoy a su madre. Ambos me han hecho pensar, y entre los dos me han llevado a recordar, y en consecuencia, a escribir.

Pertenezco a las generaciones de los nacidos a finales de los 50. En consecuencia, hemos vivido una época en la que días como hoy eran simplemente, inconcebibles. Mujeres manifestando, clamando, que son personas, iguales a las demás (hombres), condición que tradicionalmente se les ha negado.

Se dice que la educación es el todo. Coincido. Absolutamente. En mi casa, mi padre trabajaba (en la obra, en el taller, en la fábrica de muebles,…), y mantenía económicamente a la familia. Mi madre era, simplemente, ama de casa. Me tomo la libertad de incluir la viñeta del eterno Forges, en homenaje a ambos.

Si estábamos sentados a la mesa, y faltaba agua, decíamos «mamá, trae agua». Sin más. Y mamá traía agua. Muy mal teníamos que verla para ir otro que no fuese ella.Ella bajaba a la compra, hacía la comida, ponía la mesa, traía los platos, retiraba todo, fregaba los cacharros, etc.

Se asumía con total normalidad. Era la madre, y la casa estaba a su cargo. Eso incluía hacerlo todo, excluyendo alguna reparación doméstica (enchufes, grifos, y poco más), o pintar la casa, casi única actividad en la que recuerdo a mi padre, cosa que no se hacía todos los años.

Pocas veces tuve palabras de agradecimiento hacia ella, pese a las constantes manifestaciones de amor por su parte hacia todos nosotros. Ya es demasiado tarde.

Valga esto de catarsis, de vaciamiento, de reconocimiento, de agradecimiento, de homenaje, a mi madre, símbolo de todas las madres que en el mundo han sido. Sin ella, simplemente, yo no estaría aquí.

Mamá, gracias. Te quiero.

2 comentarios en “Ocho de marzo

  1. Ya sabes, amigo Pablo, que me cuesta dar la razón totalmente pues me gusta buscar matices. EN este caso estoy totalmente de acuerdo con tu artículo.
    Tino

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